Y derepente las agujas del reloj se pararon, derruyendo mi mundo poco a poco.
Como si de una montaña de arena se tratase una suave brisa tiraba un grano cada día.
Eso asía mi pequeña mente,tirar un grano, cada minuto.
Me iba a volver loca.
Las agujas del reloj no se movian, y unas gotas me resbalaban por la piel.
Y el puntero se movió, salí despedida de allí.
El dolor me atraveso como una flecha en la garganta.
Me quede sin respiración y caí al piso, ahogada en mis propios lamentos,
que subian de tono, para luego volver a descender.
Mis manos buscaban con desesperación en mi cuello una salida por la que poder respirar, pero no podía.
Me debatí entre furiosos espasmos, hasta que un hilo de aire consiguió entrar.
Recostada respire grandes bocanadas de aire.
Me sentía libre como un pajarillo volando.
Cuando me enderezé comprendí que...
Había descubierto la verdad, la verdad de todas tus mentiras, que como espinas en mis venas me recordaban todo lo que te había entregado a mi pesar.
E*
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