lunes, 24 de mayo de 2010

Conspiración


Las lágrimas caían sobre la almohada, pero tu mirada seguía impasible.

De mis labios solo se alcanzaban a oír patéticos lamentos, que parecías ignorar.

Mis manos temblaban y la hoja cayó.

Suspiraste desepcionado y saliste de la habitación.

Sonreí con malicia, era lo que esperaba.

Que el indiferente e impasible John se cansara de esperar.

El puñal refulgio cuando lo saqué de su funda, me acerqué a tu espalda y te lo enterré, mi alma grito de placer, hasta que un dolor agudo me atravesó.

Tu tambien tenias tu propio puñal, un puñas forjado de palabras hirientes mezcladas con una pizca de sarcasmo.
Muy propio de ti cuando te besé.
E*

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