jueves, 27 de enero de 2011


Siempre llegaba tarde. Nuestra primera cita. Nuestra segunda cita. A mi fiesta de cumpleaños. A su fiesta “sorpresa” de cumpleaños. Al examen final. A nuestra última cena antes de que me fuera de viaje. Incluso al médico. Cuando quedaba con sus amigos. Cuando avisaba a su madre de que iba a ir a comer. Cuando le decía, llámame.
Llego tarde incluso el día que le dije que teníamos que hablar. Tardo una hora en llegar, pero no había nadie. Hacia una hora que me había marchado con las palabras enterradas en mi garganta. Como siempre solía decir mi abuela, ahí momentos y momentos.
Pero creo que él nunca llego a captar la diferencia. No niego que estoy enamorada de su media sonrisa, de sus pelos despeinados, de su despreocupación. Aun así, no soy capaz de mirar atrás mientras voy camino a mi vuelo, dirección far away.
Seguramente llegará tarde.
Última llamada para los pasajeros.
Llegará tarde.
El sonido de las ruedas de la maleta contra el suelo me irritaba. Era un eco de mis pensamientos: ¡va a llegar tarde!
Llegó nueve minutos tarde. Cincuenta y un minutos más temprano que la última vez, pero tarde aun así.
-Lo siento- dijo recuperando aire.
-Tengo que coger un vuelo, Jared- dije suspirando.
-Solo escúchame cinco minutos, no pido más- me miraba suplicante.
-Si hubieses llegado cinco minutos antes no tendrías que pedirme nada ahora, aunque claro, tú siempre llegas tarde- con mis últimas palabras dichas me giré y me dirigí a mi vuelo.
-Has recordado todas las putas veces que he llegado tarde, pero, ¿no te has acordado de el por qué?-
Le encaré, pero no me dejo hablar.
-En nuestra primera cita llegué tarde porque estaba esperando en la floristería por las rosas que encargué para ti. En nuestra segunda cita llegue tarde porque tuve que buscar otro restaurante donde reservar para dos. A tú fiesta de cumpleaños porque a tu hermano se le cayó la tarta y tuve que ir a comprar otra. En mi fiesta sorpresa de cumpleaños estaba esperando en tú casa para darte una sorpresa a ti. Al examen final llegue tarde buscándote en la entrada. A la última cena juntos antes de que te marcharas manche el traje de barro con las prisas, y no me dejaron entrar, así que tuve que alquilar uno. Cuando voy al médico siempre hay atasco. Cuando quedo con mis amigos olvido el tiempo pensando en ti. Cuando llamaba a mi madre pasaba por el cementerio a visitar la tumba de mi padre. Cuando me decías llámame me quedaba dormido con el teléfono en la mano esperando para llamarte.
Y si llegue tarde hoy es porque estaba comprándote ese disco de música que siempre me dices que quieres, ese perfume que dices que te encanta, esa postal de la playa en la que te gustaría que estuviéramos, ese gorro de lana negro que dices que me queda bien…
Miré su cabeza y llevaba el gorro de lana negro, y en la mano una bolsa dorada.
-Te quiero, ¿vale? Por eso llego tarde, quiero verte sonreír cuando me veas aparecer, que pongas esa cara de niña cuando ves mi nariz roja por el frio y me abraces, que me beses con fuerza en los labios cuando tienes frio, que nos acostemos juntos en la cama con una buena taza de chocolate caliente y una peli.
Lágrimas bajaban por mis mejillas.
-Te odio- susurré.
Una punzada de dolor cruzo su mirada.
-Si eso es lo que sientes…-
-¡No!- dije sobresaltada- no te odio, odio esa parte de mí que solo sabe pensar en lo que yo siento-baje la mirada- es difícil de creer que me quieres cuando soy una caprichosa, mimosa, orgullosa, de vez en cuando engreída, testaruda, infantil y vergonzosa.
Sonrió.
-¿Te quiero por eso?, ¿eso crees?, ¿qué me gustas porque eres simpática?,¿Porque eres soñadora, detallista, agradecida, cariñosa, porque me quieres?- me dedico una de sus medias sonrisas- no Hayley, te quiero por todo lo que eres. No solo lo bueno sino también lo malo.
-¿Pero por qué siempre llegas tarde, no puedes hacer todo lo que haces antes?- dije llorando.
-Es otra de mis perfectas imperfecciones-sonrió secandome las lágrimas con el pulgar- anda toma, se que te encantan las bengalas.
Otra vez esa sonrisa de niña.
Perfectas imperfecciones.

miércoles, 26 de enero de 2011

You picked me




-Despierta, Sharon, despierta-
Me levanté sobresaltada. La luz del sol se filtraba a través de un árbol. El césped me acariciaba las piernas. Cerré los ojos.
Su voz todavía permanecía en mi cabeza, incluso a veces juraría que sentía sus caricias en mi rostro.
Una brisa se coló por mi falda provocándome un escalofrío.
Y recordé esa canción que solíamos cantar:


Un, dos, tres,
contando los signos que vemos
los edificios altos
desvaneciendo en la distancia
sólo puntos en el mapa
cuatro cinco seis
los dos en nuestro perfecto ajuste
eres todo para mí, todo para mí.

Y todo lo que puedo decir
es que me haces volar lejos.

Como una manzana en un árbol
escondida detrás de las hojas
Era difícil de alcanzar
pero tú me elegiste.
Al igual que una concha en la playa
sólo otra linda pieza
Era difícil de ver
pero tú me elegiste
Sí, tú me escogiste

Así, suavemente,
llueve contra las ventanas
y el café fuerte
calentando mis dedos.
En esta casa de pescado.r
Me tienes,
buscaste en la arena
y subiste al árbol
y me llevaste hacia abajo

Y todo lo que puedo decir
es que me haces volar lejos

Como una manzana en un árbol
escondida detrás de las hojas
Era difícil de alcanzar
pero tú me elegiste.
Al igual que una concha en la playa
sólo otra linda pieza
Era difícil de ver
pero tú me elegiste
Sí, tú me escogiste



martes, 18 de enero de 2011

4ª parte Jana


Cada pensamiento en contra era como una apuñalada. Quería matarlo. Más bien “él” quería matarlo. Pero no, no soy un monstruo, bueno sí, pero lo hago porque lo necesito, pero, matar a Rest ahora mismo sería por su condición no por necesidad.
-¿Jana?- sus manos no paraban de moverse. No sabía que hacer conmigo.
-V-ve-vete- conseguí articular con mis doloridas cuerdas vocales, los gritos rasgaban intentado salir de ella.
-No puedo dejarte aquí en medio de la calle-
-¡Vete!- grité en parte.
Me miró fijamente. Seguramente estaba mirando mis ojos rojos. Pero, ¿por qué parecía tan impresionado? No tenía descanso el dolor volvía a arremeter con fuerza.
Gemidos de dolor empezaban a escapar de mis labios. Era horrible.
Por fin pareció entrar en razón y se marchó.
-Lo siento Jana-
¿Lo siento?, la acababa de salvar el maldito trasero a ese cerdo. Hipócrita.Cerré los ojos.
Paró. No había más dolor. Él se había marchado de verdad.
Me levanté lentamente, pero no me dolía nada por suerte. Entré en el portal y subí cada peldaño con un esfuerzo ¿sobre demoniaco?
Una cerradura, el último obstáculo entre yo y me descanso merecido. Refunfuñe por lo bajo mientras registraba mi bolso y bolsillos.
-Oye Jana se te han caído por las escaleras- una niña jalaba de mis vaqueros.
-Oh, gracias Karly- ¿era Karly?
-De nada- se rió tontamente y de repente clavo su mirada en mis ojos- ¿ te has cambiado de ojos?.
-¿cambiado de ojos?-reí- claro que no, ¿por qué?.
-Ahora son más bonitos- sonrió y desapareció escaleras abajo dejando mi pregunta en el aire.
Estúpida niña. Cerré la puerta y fui al baño corriendo. ¿Qué les pasaba a mis ojos?.
Oh dios, oh dios. Mierda. Una real mierda.
Mis ojos negros ahora son verdes.
¿Qué broma es esta?, verdes, vale molan pero hola tenía los ojos negros. Encima mañana tengo clases todo va de maravillas.
Tengo dos opciones llamar a Rest y arriesgarme a que intente matarlo de nuevo o esperar a mañana y hablar con Christian a solas. A lo mejor para mañana los tenía negros. Ya lo sé falsas esperanzas.
Solo tengo ganas de una cosa. Dormir.

Siete de la mañana tengo quince minutos para hacer todo. Lo primero unos vaqueros mis botas negras altas y una camisa blanca de manga corta. De desayuno hay una nota de Rest que pone Ñam. Pelo, bueno por suerte lo tengo bien.
Vale lo último salir pitando para encontrar a Christian. Por el amor de ¿el cielo?, que sepa arreglar lo que me pasa, porque siguen verdes.
A las siete, veintidós minutos y nueve segundos conseguí parar a Christian cerca del camino de entrada. Lo arrastré detrás de un muro.
-Dime que esto tiene solución- dije señalando mis ojos.
Sus ojos se abrieron sorprendidos y me agarro el rostro con las manos, girándome a los lados para verlos bien.
-¿tiene?-
-Me temo que no, ¿se puede saber cómo paso?.
-Es una historia muy larga sabes- comente caminando hacia atrás- bueno adiós.
Lo último que vi fue su ceño fruncido.
Bien nada mejor que empezar el día con una buena primera hora llena de preguntas.
La primera en verme fue como no Ciara.
-¡!- se llevó una mano a la boca- tus ojos, ¿llevas lentillas?, no , no puede ser tenías los ojos negros se te verían oscuros. A no ser que antes llevaras lentillas y este sea tu color natural- parecía feliz de haber deducido eso ella sola.
Vale, no se me había ocurrido eso de las lentillas pero bueno me han dado la idea solo es cuestión de darle algunos matices.
-Bueno sí, al parecer ya no necesito las lentillas así que ya ves, mi color de ojos natural- sonreí falsamente.
-Es precioso- dijo fascinada.
El profesor llegó. Y continuo así las siguientes horas. Menos a cuarta, es donde me toca con Christian los jueves. Lo vi esta mañana pero no está.
-Oye Megan, ¿sabes si Christian vino hoy?-.
-No lo he visto hoy-.
Fue por lo de mis ojos seguro, su ceño fruncido cuando me marché lo dejaba claro pero bueno.
¡SÍ! Al fin hora libre, tenía que encontrar a Rest, sí o sí. O Christian aunque eso era misión imposible.
Bajé los peldaños de dos en dos lo más rápido posible. Salida, bien ahora hacia. . .
-¿A dónde vas con tanta prisa?-
-Ahora mismo estoy pensando hacia donde- dije distraída- espera, ¿tú quién eres?-dije volteándome
-Ahora mismo soy tu novio y vamos a ir a una fiesta- dijo en mi oído mientras me arrastraba por el brazo.
-Rest, ¿se puede saber de qué coño hablas?-
-¡Jana!- alguien gritó detrás nuestra- ¿tienes los deberes de francés?, porfi dime que sí.
-Em, pues sí, ¿por?-dije arqueando una ceja.
-Me los dejas te prometo que te los devuelvo mañana sin falta- de repente se dio cuenta de Rest a mi izquierda-¿quién es él?-
Ciara se acercó a donde estábamos.
-Lo siento Jana no pude evitar escuchar, ¿quién es eh?-
-Bueno. . . esto, él es- me miro levantado las cejas- pues, eso que él es mi novio sí.
-Qué fuerte, cuando me lo pensabas decir, somos best friends desde siempre- siguió hablando con su amiga y se marcharon.
-Fantástico no solo me acosan por mi nuevo color de ojos si no que ahora todo el mundo va a saber que somos novios- dije novios entre comillas.
-No sufras quieres-
Y acto seguido sello mis labios con los suyos sin dejarme tiempo a reaccionar.
-Ves que fácil- arqueó una ceja y empezó a caminar, de repente se miro hacia atrás- ¿es tu best friend?- empezó a reirse.

Un coche reflejo mis ojos, tenían un poco de azul.

martes, 11 de enero de 2011

Néstor


Le recordé hoy, sentada en la cama leyendo, mientras escuchaba esa canción de Incubus que tanto me gusta Dig.
Él y yo eramos como esa canció.n inseparables, pero el tiempo se lo lleva todo,y a él es lo llevo consigo.
Aún así aveces me gustaría que estubiera aquí, para simplemente reirnos sin pensar en el que diran, sin sentirme apartada mientras todos hablan, tengo lágrimas en los ojos.
Nunca pense que le echaría de menos ahora en 3º, pero mira, echo de menos la ingenuidad con la que haciamos todo, o mas bien la ignorancia. Sin importarnos que nos deparara el futuro o si quedará en el pasado, simplemente riendo y disfrutando.
Echo de menos su sonrisa, su piel morena, su pelo negro, cuando nos dabamos la mano en el recreo y nunca nos separabamos, cuando quedabamos por las tarde en mi casa para ir a jugar.
Y cuando me mirabas a las ojos y nos reiamos y nos miraban raro, nadie entendia ese idioma de miradas.
No recuerdo cuando nos conocimos, pero no me importa, me ayudaste a ser mejor persona, a valorar el tiempo y eso no se olvida.
Recuerdo cuando te marchaste,ese dia fue triste, llegue a clase esperando verte, pero te marchaste, sin decirme nada,simplemente dejaste de pasar por casa y desapareciste, delante de mis ojos sin darme cuenta.
Una vez te ví, hace años, pero no eras el mismo, tenías la mirada triste. Y nos miramos, pero no supe descifrar tu mirada, no sé si me reconociste o para ti solo soy alguien del pasado sin rostro ni nombre.
Espero que me recuerdes como yo a ti, y en los momentos tristes sonrias y digas me acuerdo de Eva, cuando me cogia de la mano y me arrastraba detrás de ella a su mundo y nunca salíamos de él.
Aunque creo que se convirtió en nuestro mundo.
Te echo de menos.

Tengo ganas de darte la mano y que nunca me la sueltes, de andar juntos hablando de nuestras vidas, contarnos todo lo que nos ha pasado en este tiempo. Que me digas que siempre seremos tú y yo contra el mundo, adicto a la risa. No me olvides vale, yo no te olvido.
Y otra vez lágrimas en los ojos. Espero que algún dia nos encontremos, no te soltare nunca.

viernes, 7 de enero de 2011

Amor en busca y captura.


Salió por la puerta trasera con un portazo como despedida. Sus botas de combate dejaban huellas en la tierra humedecida por la lluvia nocturna.

-Abby espera- gritó desde la puerta otra vez abierta

-¡Vete a la mierda quieres!- se volvió rapidamente haciendo que el pelo negro le azotara el rostro.

Con pasos decididos pero con la moral baja siguió caminando sin mirar atrás, bajandole el sonido a los gritos que la llamaban con desesperación.

Rota. Así se sentía.

¿Cómo le cuestionaba si confiaba o no en él?, pensaba que cuando hablaron eso él entendería que le costaba demasiado. Que todavia le lloraba el corazón.

Pero no, si no te bajas los pantalones no hay confianza. Pues que te den Max.

-Abby, lo siento, no era mi intención decir eso- la agarró por el brazo dejandolos cara a cara.

-No Max, nunca es tú intención decir nada, súeltame- intento zafarse de su agarre en vano.

-Estoy hablando encerio, si dije lo que dije ahi dentro es porque estoy frustado- respondio escudriñando sus ojos esperando encontrar algo.

-¿Frustado?, oh lo siento, es comprensible teniendo en cuenta que no sabes como hacer que tu novia se baje los pantalones- dijo sarcásticamente.

-Joder Abby, ¿es que no entiendes nada?-se agarro la cabeza con las dos manos- estoy frustado de que no confies en mí de que nunca hagamos nada que pueda herirnos si algun dia acaba todo.
¿Por qué tienes miedo de amarme?, nunca nos besamos, ¿por qué?, tienes miedo Abby, miedo de que me aleje de ti, miedo de la soledad.

-No es verdad- dijo con lágrimas cayendo por su rostro.

-Sabes que si pequeña- dijo con ternura limpiandole las lágrimas con el pulgar- no tengas miedo de amar, ¿sí?- le agarró el rostro con ambas manos y apoyo la frente en la de ella- cierra los ojos.
Vale, ¿lo sientes?.

Claro que lo sentía, sentía sus manos agarrando su rostro, su respiración calentando sus labios,sus palabras resonando en su mente.

-...-

-No digas nada- le tapo los labios acallándola.

-No tengas miedo de amar, no hay nada mas bello y real. Tampoco le temas a la soledad, pues no es mas que muchos de los caminos que el amor nos hace atravesar. Ten miedo del odio, de la rabia,del desprecio. Sentimientos que nos alejan de lo que de verdad amamos. Y yo te amo a ti.
No hay nada que ame mas, por eso no pienses que lo único que quiero es acostarme contigo, porque quiero hacerte el amor hasta que grites mi nombre- le arrancó un beso de los labios aún calientes por su propia respiración.

Ella le miro a los ojos.

-No puedo amarte- susurró en sus labios.

-¿Por qué?- dijo conteniendo un jadeó de dolor.

-Esto no puede llamarse solo amor, no puede reducirse a una simple palabra-

-¿Por qué no?- dijo aliviado

-¿Acaso es posible describir con una sola palabra todo lo que sientes?-

-Sí, yo te amo-

-Yo te necesito, te deseo, aunque me haces sufrir pero me haces disfrutar, me haces soñar, me llevas a la luna con tus besos y todo eso y que no puedo describir en este momento o simplemente es indescriptible,¿ quieres que lo reduzca a un simple te amo?.

Él simplemente sonrio.

-No, no quiero que lo reduzcas a nada, quiero que me lo demuestres-

-¿Cómo?-

-Besame,acariciame, hagamos el amor, no dejes de mirarme, susurrames lo que sientes, dibujame ese cielo que pintas con tus dedos en mi espalda.

-Siempre y cuando tú me digas que me amas.

-¿No decias que te parecía insuficiente?-

-Aún asi ardo en deseos de que no pares de decirmelo-.

Al día siguiente la cama desecha, las botas en la puerta y las ropas a lo largo del pasillo contaron como la Luna y el Sol conocieron el nombre de Max esa noche.