Cuando algo se rompe y esperas al mañana para arreglarlo parece que los pedazos están muy alejados entre sí, y que tienes que caminar kilómetros de desiertos para poder reunirlos todos. Y que cada uno de ellos a vuelto a romperse en otros miles de pedazos que debes reunir. Entonces se transforma en un puzzle infinito de piezas que a su vez se rompen en más piezas, y más, y más, y más, hasta que te planteas si es posible volver a reunirlas todas y volver a recomponerlo.
Esa es mi duda, ¿puedo volver a recomponerlo, o es demasiado tarde?
Hay demasiada arena, y el viento de los años ha ido escondiendo las piezas, por lo que no se trata solo de reunirlas sino de encontrarlas, y ya no sé si es que no puedo, si no tengo fuerzas, o si me he rendido.
Y aunque por ahí diga que hay amistades que se pierden y nunca vuelven, que la vida no es un para siempre, hay cicatrices que no las cura el tiempo, y aunque aprendas a vivir con ella hay noches, días, momentos, instantes en las que duelen. Y por mucho que me lama las heridas a veces sangran, y no puedo más que dejar que lloren lágrimas de sangre, y soñar con un momento en el que se curen y pueda arrancarme esa espina que se entierra pero no me mata.
Supongo que daré otra calada a este cigarro, esperando que se cautericen estas heridas y dejen de sangrar.
Supongo que miraré a las estrellas y viviré del recuerdo cuando la frialdad de la noche haga que estas viejas heridas duelan...
Supongo que algún día ese recuerdo no será más que una bruma que se fundirá con el humo y ya no quedará nada.
Supongo que a veces el adiós más difícil es el que le haces a esa parte de ti mismo.
Supongo que a veces duele más que te regalen un perdón equivocado, a un golpe certero que acabe un todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario