jueves, 16 de diciembre de 2010

Jana 2ª parte.


Me desperté con un dolor de cabeza increíble, las sábanas se me pegan al cuerpo empapado de sudor. Debía de haber tenido una pesadilla horrible, pero, no me acordaba de nada.
Lo único que me venía la mente era algo color oro pero no sabía con que relacionarlo.
Me levanté lentamente, procurando no caerme a medida que me acercaba al espejo situado encima de la cómoda.
Tenía el pelo suelto enmarañado y un corte en la mejilla. Fascinante al día siguiente clases y tenía pinta de borracha. Miré el horario encima de la mesilla de noche en un lateral decía “
entregar trabajo sobre el comportamiento en el aula”.
¡Ja!, no tenia mejores cosas que hacer con resaca (supongo), que ponerme con un estúpido trabajo de comportamiento.
Fui a la cocina a tomarme una aspirina o lo que sea, el dolor de cabeza me iba a matar. Se escuchaba el zumbido de la tele, seguramente la deje encendida cuando salí, a vete a saber dónde.
Me tomé dos con un vaso de agua y espere los efectos unos minutos. Parece que la mente empieza a despejarse, recuerdo que fui a una fiesta pero no sé con quién. Maldito dolor de cabeza, aunque sea las pastillas ayudaron un poco.
Con los ojos cerrados intentando apartar todo estimulo visual para evitar más dolor de cabeza, me tumbé en el sillón.
En mi vida había abierto tanto los ojos. Debajo de mi había alguien, supongo que vivo. Preste atención hasta que escuché una respiración acompasada. Me di la vuelta para ver quién era. Tenía el pelo color oro, la piel morena y era bastante alto. Ese color de pelo me sonaba pero…
¡Claro!, después de la fiesta me alimente, y un ángel me siguió, debe de ser él.
No, no puede ser posible. Uno de los dos estaría muerto no durmiendo en mi sofá.
Le mire mas fijamente hasta que encima de su pecho por la parte izquierda se veía un pequeño tatuaje, era como una runa formada por líneas mezcladas entre sí. Fantástico un ángel durmiendo en mi sofá. Además, aunque tuviera mi experiencia no contaba con ningún arma demoniaca, en cambio, él tenía un cuchillo en su cinturón.
Tenía que recordar porque no nos matamos cuando nos encontramos.
Por supuesto, el otro demonio que mató. Maldito ángel, como consiguió dejarme inconsciente. ¿Y me trajo a mi casa y me acostó? Todo esto era un mal sueño. ¿Quería matarme de hambre no?, pues va a sufrir su propia medicina. Lentamente intenté sacarle el cuchillo del cinturón. Un poco más y ya lo tendría ese cabrón se iba a enterar.
- Wow, wow, wow. Cuidadito con lo que tocamos demonio, ¿pensabas matarme mientras dormía?
Increíble, me única oportunidad de deshacerme de él para siempre esfumada.
Entorné los ojos y me senté en el suelo, alejándome todo lo posible.
- No te asustes tesoro, no tengo ganas de matarte es mas tengo hambre, espero que tengas algo bueno en esa nevera aparte de trozos de carne cruda- dijo mientras se levantaba.
No dejé de mirarle mientras iba hacia la nevera, sacaba el jamón que tenia y mas la bolsa de pan de molde que había en la encimera se hacia un sándwich.
- La verdad estoy impresionado, quien lo diría un demonio con pan de molde, ¿es por aparentar no?- tenía en la mano un sándwich de cuatro pisos.
Me miró interrogante esperando a que hablara. Mientras el masticaba su sándwich yo estaba pensando en una salida. La ventana quedaba descartada soy un demonio no superman, la caída me mataría. Salir por la puerta quedó descartado desde que se levantó. Así que o me encerraba en el baño o ponía esperanzas en que no me matara.
Sí. Me encerré en el baño, soy un demonio me como a la gente, no soy súper fuerte o lo que sea que estéis pensando.
Empezó a reírse en la cocina.
- Enserio, ¿te has encerrado en el baño?
- Sí, eres un psicópata y esto es allanamiento de morada- dije con voz temblorosa, ¿psicópata, de verdad dije eso?-
- Quien se estaba comiendo a un tío en un callejón eras tú, no me eches el muerto a mi- noté como se apoyaba en la puerta.
- ¿Si salgo me mataras?-
- Si-.
- . . ., ¿y si te hago otro sándwich?
- En ese caso puedes salir- se apartó de la puerta.
- Júralo-
- Lo juro-.
- Júralo enserio-.
- Juro por el Arcángel Gabriel que no matarte si me haces un sándwich ahora mismo-.
Salí lentamente y sin dejar de mirarle puse la barra de la cocina entre nosotros.
- ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no me has matado? ¿Quién eres?- solté todas las preguntas juntas.
- De una en una mejor eh. Primero pregunta, estoy aquí esperando que me hagas el sándwich acordado, no te he matado porque lo he jurado a cambio de dicho sándwich y soy un ángel por si te habías olvidado-sonrió con desenfado
- Me refiero a que haces aquí en mí casa, durmiendo en mí sofá, como estoy aquí cuando estábamos en el puerto y cómo te llamas, ya sé que eres un ángel – puse énfasis en cada mi.
- Tranquila tesoro. Estoy aquí jodiéndote la vida, no te he matado porque como te dije espero que te mueras de hambre y me llamo Rest-.
- ¿Por qué te interesa tanto que muera de hambre?- pregunte con sospecha- Los ángeles no sois crueles, matáis limpiamente-.
- Mmm…, veamos chica lista, porque no me haces mi sándwich y nos dejamos de preguntas no estoy de humor- se sentó a esperar.
Lo termine en silencio, esperando no cabrearlo y que cambiara de idea sobre matarme. Al ver que lo termine me lo quito de las manos y se fue.
- A, por cierto estas muy mona cuando duermes, casi pareces buena y todo- se rio descaradamente y cerró la puerta.
Mi cara era un poema, ese maldito bastardo se estaba burlando de mí, y encima no podía hacer nada.
Lo que me faltaba.Iba a tener que escribir la disculpa de doscientas palabras, si no como bien decía la nota encima del sofá mis pequeñas raciones de carne en la nevera desaparecerían.
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Al día siguiente fui a clase, todavía tenía el corte en la cara. Me iba a esperar un día de preguntas estúpidas por parte de mi clase.
Diablos, está empezando a llover, lo que me faltaba llegar empapada a clase. Corrí el camino que quedaba hasta el instituto y me refugié en la entrada, había empezado a llover a cántaros.
Llegue a clase chorreando agua por todas partes, deje mis cosas en mi sitio y me fui al baño. Aunque sea la carpeta había salvado a mi pelo de mojarse, la ropa era otra cosa y los zapatos mejor dejarlos aparte.
Volví a clase, desde el pasillo se escuchaba jaleo. Entré y me senté en mi sitio, le pregunte a Ciara que pasaba.
- ¿No te has enterado?, de verdad Jana eres imposible-puso los ojos en blanco- hoy ha llegado a clase un chico nuevo, se llama Christian.
Parecía que iba a decir algo mas pero llego el profesor con un alumno nuevo supuse que sería ese tal Christian.
- Buenos días chicos y chicas, supongo que todos sabemos que hoy llega un alumno nuevo a esta clase justamente-dijo mientras se colocaba las gafas con un dedo- Dejémosle presentarse.
Un chico de pelo oscuro, piel clara, alto. Se le notaba la musculatura, que no era muy prominente.
- Señores y señoritas- digo guiñando un ojo a las féminas de la clase- mi nombre es Christian Klum, tengo diecisiete años y... me gustan las chicas pelirrojas- sonrió con descaro.
Toda la clase me miro, era la única pelirroja. Cuando miré a los ojos a Christian Klum vi algo que temía y a la vez deseaba. Era un demonio.

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