Me he dado cuenta que estoy peleada con el silencio.
Creo que lo he llenado de cosas, para no oír lo que dice, por irónico que parezca.
Hay un silencio incómodo entre el silencio y yo, cuando nos quedamos a solas en silencio, por irónico que parezca.
Hay una disputa silenciosa entre el silencio y yo, esperando cual va a ser el primero en rendirse, el primero en hacer un ruido para no escuchar al otro, por irónico que parezca.
Ansia, ansia de no escucharlo, ansia de silenciarlo, por irónico que parezca.
Miedo. Mucho miedo. Miedo a que el silencio se quede en silencio sin nada que decir sin nada que hacer, salvo devorarme en silencio, por irónico que parezca.
Silencio. Esta ahí, esperando, quieto, sin hacer ningún ruido, acechando, deseando ese paso en falso que me hunda en el silencio, por irónico que parezca.
Otra vez miedo. Miedo a que ese silencio nunca vuelva a ser el mismo silencio de antes, el mismo silencio que abraza sin palabras, aunque no suene irónico esta vez.
¿Qué irónico verdad? tantas cosas a las que temer en esta vida, y la más aterradora que me parece es la idea de que el silencio no sea solo silencio. La idea de que el silencio no sea un mar en calma, sino la inmensidad del espacio engulléndome.
Quiero reconciliarme con el silencio.
Me gustaría sentarme en silencio y simplemente ser.
Me gustaría que el corazón no pesara tanto, cuando estoy en silencio.
Me gustaría que el silencio no me diera la espalda nunca más.
Por irónico que parezca, tengo ganas de volver a reír con el silencio y que el corazón parezca más ligero, aunque sea por un segundo, por un instante, por una eternidad.
Por irónico que parezca me gustaría ser la chica que le canta al silencio cuando le pesa su silencio, por muy irónico que parezca.